Hablemos de sus ventajas
Una de las ventajas más grandes que tienen las kokedamas en comparación a otros arreglos de plantas es su facilidad de mantención. Eso no significa que haya que descuidarlas casi por completo: hay que darle atención y cuidado, pero a diferencia de otros arreglos como bonsáis, estos son menos demandantes.
En esta ocasión, te contaremos de uno de los cuidados clave y que hace que las kokedamas sean totalmente diferentes a las demás. En la kokedama, el riego es por inmersión. Tan simple como eso.
Pero, nuevamente, no es llegar, dejarla en agua y listo. Hay que preocuparse de ciertas cosas. Por ejemplo, el agua, si es posible, debe ser lo más pura posible (sin exceso de minerales o cloro para que no se acumulen en el musgo o el sustrato) y debe estar a una temperatura similar al del lugar donde está ubicada la kokedama en tu casa para que la planta no sufra con los cambios de temperatura.
En general, el proceso es similar para todas las kokedamas (puede variar muy ligeramente según la planta): sumerge la bola hasta que el agua la cubra completamente, déjala por unos 10 minutos o hasta que no salgan más burbujas, haz que escurra el exceso de agua hasta que pare el goteo y listo.
¿Cada cuánto hay que regarla? La señal más clara es cuando la bola de musgo esté seca, lo que se percibe cuando está muy liviana al tomarla. También este tiempo varía según la estación del año: en época de calor debe ser de una o dos veces por semana y se recomienda, si el lugar es muy seco, pulverizarla; en tiempos de frío, puede ser hasta cada quince días.
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